Boquete: Santuario del Café y de las Flores
Boquete es un diminuto pueblo en la falda de la cordillera de Talamanca, al oriente del país. Al pie de un volcán. Es tan pequeño que lo recorres a pie en un santiamén. Y qué hablar de su clima. No guarda relación alguna con el clima de un país tropical húmedo como el nuestro donde sudas a mares y te sientes pegajoso merced a la humedad. En Boquete nadie suda, aún si te lo propones. Tiene tendencia al frio. (18-20º promedio). Y se debe a que Boquete está a 1600 msnm, en un valle, sitiado de montañas y bañado por un escandaloso y frío río (Calderas). Tengo entendido que sus primeros pobladores (siglo XIX) fueron inmigrantes suizos, suecos, yugoslavos, alemanes y gringos. Ellos le dieron una bocanada de vida al sitio al vestir la región con su particular arquitectura, sus culturas y costumbres. Luego llegaron los lugareños, y entre ambos terminaron de oxigenar la región. Descubrieron que la tierra hace milagros. Arrojas una semilla, le das la espalda y cuando te viras ya está crecida y dando fruto. Así de prodigiosa es esa tierra. De hecho, el café cultivado en su suelo es cotizado a nivel mundial. Lo he catado y sabe a gloria. Aquí todo fructifica. Y lo hace con denodada pasión. He comido cebolla de la tierra misma. Aquí, vi y saqué de su suelo, por primera vez en mi vida, una zanahoria grande, que luego comí gustoso. Crecen como esporas asomando sus verdes ramitas sobre la tierra. Las papas crecen con abundante locura. Brotan del suelo como un manojo de redondas piedras. He visto las diminutas parcelas de los peones cargados de papas, zanahoria y cebollas. En sus riachuelos he arrancado manojos de berro silvestre, ricas en hierro. Racimos de grandes tomates amenazan romper sus propias ramas debido a su peso. En las laderas ves poderosas mangueras lanzar chorros de agua a las vastas tierras de cultivos. Y lo que más verás son fresas por doquier. Fresas y fresas, muchas fresas y moras. Abundan en las hortalizas, en las granjas, en los jardines en los patios, y en las agrestes montañas. Hay tanta que la exportan a otros países. Todos los restaurantes de Boquete te venderán deliciosos batidos de fresas. Los alemanes en Boquete hacen milagros con estas frutas. Dulces, tartaletas, pasteles, mermeladas y espesos batidos catas en La Pastelería Alemana.
Boquete tiene una bien ganada fama por sus flores. Tanto nacional como internacional. No hay que esforzarse para hacerlas crecer. Crecen si el permiso de nadie. Crecen tan rápido y en abundancia que hay que exportarla adonde sea. Si no lo hacen Boquete y sus habitantes, sus 20 mil almas, se ahogan en flores. Boquete es el sueño de toda ama de casa que anhela llenar su jardín de flores. De toda la variedad posible de flores. Es tanta la fama de sus flores que se vieron urgidos a realizar una Feria Internacional de las Flores (todos los eneros). Llevan años, treinta y nueve años en esa vitrina. Empezaron como algo local, luego nacional y al poco tiempo hubo que internacionalizarla. Y de carambola, del puro éxito, llegaron empresarios internacionales buscando negociar tanta exuberancia que al poco tiempo no pudieron evitar la catarata de personas y empresarios buscando importar todas sus flores y de paso descubrieron la calidad del café y tampoco pudieron detener ese arrollador éxito. Hubo que re-nombrarla. Ahora se llama FERIA DE LAS FLORES Y DEL CAFÉ. Cosa curiosa, todo el que va a Boquete le ocurre lo mismo: las mujeres acaban comprando muchas flores en macetas y fresas, y los hombres, café. Y del mejor. En Boquete estos artículos resultan económicos. Fuera son costosos. He asistido en dos ocasiones a dichas ferias (mis hijos eran pequeños) y salgo enamorado de la variedad de colores y arreglos florales. El año pasado sucedió un desastre. Llovió por días en la región y el caudaloso rio Caldera se desbordó y lo hizo con tanta fuerza que arrasó casas e inundó los predios de la Feria que ya estaba montada para recibir el tropel de gente. La autoridad local se vio obligado a cancelar la feria, pero los boqueteños esperaron que bajaran las aguas y trabajaron como incansables arrieras para rescatarla. Y lo consiguieron. En pocas semanas re-sembraron sus predios de vistosas flores y reflotaron toda la feria convirtiendo aquello en una belleza devastada poco antes por una calamidad. Yo estuve hace poco en Boquete y ya estaba casi montada. Era un colorido bocado espiritual para cualquier alma. Lástima que faltaban una semana para inaugurarla y yo no estaría. En abril celebran La Feria de las Orquídeas. Otro festín para el alma.
A Boquete se le conoce igualmente por sus famosos “bajareques”. Un término local que se ha extendido para referirse a sus lloviznas invisibles. No ves la lluvia pero acabas mojado. Sólo en Boquete ocurre este fenómeno. Es tan pulverizado que no se ve, solo acabas con el cabello y la ropa chorreados. Desde Boquete puedes optar por un sinfín de excursiones, pero la más excitante es subir al Volcán Barú (3,474 msnm). No hay mejor aliciente para un agotado cuerpo después de bajar del Volcán Barú (unas 6 hrs) que ir a tomarse dos platos de humeantes sopas en el Restaurante EL SABROSÓN. Siempre que bajamos del volcán recalamos allí. Otra actividad que puedes realizar es el Sendero de los Quetzales, o simplemente visitar los tour cafetales de Kotowa, o Ruíz, y de paso recorrerse la hacienda Mi Jardín es Su Jardín (es gratuito) donde el alma se regocija de la magnificencia de sus floridos jardines. Y si eres amante de la adrenalina puedes irte a los tantos River Rafting que ofrecen. O simplemente recorrer sin afán todas las tiendas buscando ese inesperado souvenir o aquella jalea con pan recién horneado y comértela despreocupado en el parque mientras admiras la colorida vestimenta de los Ngäbes Buglés que deambulan por todo el poblado. En Boquete hay un sinfín de actividades al aire libre y no tendrás problema en conseguir alojamiento. Abundan para todos los gustos y bolsillos. Boquete es tan hermoso como para irse a vivir allá y después averiguar de qué vivirás. Así de hechizante es Boquete.
Boquete tiene una bien ganada fama por sus flores. Tanto nacional como internacional. No hay que esforzarse para hacerlas crecer. Crecen si el permiso de nadie. Crecen tan rápido y en abundancia que hay que exportarla adonde sea. Si no lo hacen Boquete y sus habitantes, sus 20 mil almas, se ahogan en flores. Boquete es el sueño de toda ama de casa que anhela llenar su jardín de flores. De toda la variedad posible de flores. Es tanta la fama de sus flores que se vieron urgidos a realizar una Feria Internacional de las Flores (todos los eneros). Llevan años, treinta y nueve años en esa vitrina. Empezaron como algo local, luego nacional y al poco tiempo hubo que internacionalizarla. Y de carambola, del puro éxito, llegaron empresarios internacionales buscando negociar tanta exuberancia que al poco tiempo no pudieron evitar la catarata de personas y empresarios buscando importar todas sus flores y de paso descubrieron la calidad del café y tampoco pudieron detener ese arrollador éxito. Hubo que re-nombrarla. Ahora se llama FERIA DE LAS FLORES Y DEL CAFÉ. Cosa curiosa, todo el que va a Boquete le ocurre lo mismo: las mujeres acaban comprando muchas flores en macetas y fresas, y los hombres, café. Y del mejor. En Boquete estos artículos resultan económicos. Fuera son costosos. He asistido en dos ocasiones a dichas ferias (mis hijos eran pequeños) y salgo enamorado de la variedad de colores y arreglos florales. El año pasado sucedió un desastre. Llovió por días en la región y el caudaloso rio Caldera se desbordó y lo hizo con tanta fuerza que arrasó casas e inundó los predios de la Feria que ya estaba montada para recibir el tropel de gente. La autoridad local se vio obligado a cancelar la feria, pero los boqueteños esperaron que bajaran las aguas y trabajaron como incansables arrieras para rescatarla. Y lo consiguieron. En pocas semanas re-sembraron sus predios de vistosas flores y reflotaron toda la feria convirtiendo aquello en una belleza devastada poco antes por una calamidad. Yo estuve hace poco en Boquete y ya estaba casi montada. Era un colorido bocado espiritual para cualquier alma. Lástima que faltaban una semana para inaugurarla y yo no estaría. En abril celebran La Feria de las Orquídeas. Otro festín para el alma.
A Boquete se le conoce igualmente por sus famosos “bajareques”. Un término local que se ha extendido para referirse a sus lloviznas invisibles. No ves la lluvia pero acabas mojado. Sólo en Boquete ocurre este fenómeno. Es tan pulverizado que no se ve, solo acabas con el cabello y la ropa chorreados. Desde Boquete puedes optar por un sinfín de excursiones, pero la más excitante es subir al Volcán Barú (3,474 msnm). No hay mejor aliciente para un agotado cuerpo después de bajar del Volcán Barú (unas 6 hrs) que ir a tomarse dos platos de humeantes sopas en el Restaurante EL SABROSÓN. Siempre que bajamos del volcán recalamos allí. Otra actividad que puedes realizar es el Sendero de los Quetzales, o simplemente visitar los tour cafetales de Kotowa, o Ruíz, y de paso recorrerse la hacienda Mi Jardín es Su Jardín (es gratuito) donde el alma se regocija de la magnificencia de sus floridos jardines. Y si eres amante de la adrenalina puedes irte a los tantos River Rafting que ofrecen. O simplemente recorrer sin afán todas las tiendas buscando ese inesperado souvenir o aquella jalea con pan recién horneado y comértela despreocupado en el parque mientras admiras la colorida vestimenta de los Ngäbes Buglés que deambulan por todo el poblado. En Boquete hay un sinfín de actividades al aire libre y no tendrás problema en conseguir alojamiento. Abundan para todos los gustos y bolsillos. Boquete es tan hermoso como para irse a vivir allá y después averiguar de qué vivirás. Así de hechizante es Boquete.
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