Tras dos años consecutivos en números rojos, la economía de América Latina y el Caribe aspira a retomar la senda del crecimiento este 2017, impulsada por el aumento de los precios de las materias primas y la recuperación del comercio internacional.
Sin embargo, no son pocos los nubarrones que se divisan e
n el horizonte, ya sea por la incertidumbre respecto al desempeño de las principales potencias mundiales o la reaparición de las medidas proteccionistas que causaron debacles económicas en el pasado.
Según las últimas previsiones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la región tendrá un modesto crecimiento del 1,3 % de su Producto Interno Bruto (PIB) general.
América Latina y el Caribe cerró el 2016 con una contracción promedio de -1,1%, de acuerdo con el balance anual del organismo de la ONU. América del Sur fue la subregión más afectada, con una caída de -2,4 %, mientras que el Caribe se contrajo -1,7 % y Centroamérica tuvo un crecimiento de 3,6 %.
«Estamos en un punto de inflexión. América Latina y el Caribe volverá a crecer pero de manera moderada y sin motores claros que la impulsen. Su recuperación será frágil mientras se mantengan las incertidumbres del contexto económico», señaló la secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, durante la presentación del informe en Santiago de Chile.
La entrada de Donald Trump a la Casa Blanca el próximo 20 de enero resulta otro foco rojo para muchos países de la región que son altamente dependientes del flujo comercial con Estados Unidos.
La entrada de Donald Trump a la Casa Blanca el próximo 20 de enero resulta otro foco rojo para muchos países de la región que son altamente dependientes del flujo comercial con Estados Unidos.
Trump prometió durante la campaña presidencial que endurecería la política contra los inmigrantes (muchos de ellos de origen latinoamericano), renegociaría los acuerdos comerciales firmados por Washington y haría regresar a las empresas que han invertido sus recursos fuera de las fronteras nacionales.
De llevar a cabo incluso una parte de esos planes, el impacto sin dudas se sentirá al sur del Río Bravo. De hecho, ya se registran los primeros movimientos.
El gigante de la fabricación de autos estadounidense, Ford, anunció el martes pasado que cancelaba la inversión de 1 600 millones de dólares para una nueva planta ensambladora en México. Buena parte de ese dinero irá a parar a sus instalaciones en Flat Rock, Michigan.
Si bien el presidente de la empresa, Mark Fields, dijo en una entrevista que la decisión no tiene nada que ver con Trump, pocos dudan que las presiones del mandatario electo hayan jugado un papel central en los planes de Ford, que enfrentaba la amenaza directa de pagar mayores aranceles si sus carros eran fabricados fuera de Estados Unidos.
GIGANTES EN PROBLEMAS
Las finanzas de los mexicanos enfrentan también los embates de la subida de los precios de la gasolina de hasta un 20 % desde comienzos de año, lo cual ha generado tensiones populares. Según estimados oficiales, la economía en general creció este año cerca de 2 %, un punto porcentual menos que lo registrado en el 2015, y desacelerará a 1,9 % en el 2017.
Pero México no es el único gigante en problemas en la región. Brasil y Argentina pasan por convulsiones políticas y ajustes económicos que ponen en riesgo sus avances sociales de la última etapa. Estos tres países juntos representan más de tres cuartas partes del PIB latinoamericano y caribeño, de ahí la importancia de su desempeño para las naciones vecinas.
El gigante sudamericano, donde el año pasado la derecha removió del poder a la mandataria electa Dilma Rousseff y aplicó un severo paquete de ajustes, aspira a recuperarse de la recesión y no mostrar números negativos en el 2017.
Pero las cifras no son muy halagüeñas. Si bien Brasil cerró el 2016 con un superávit en su cuenta corriente de 47 692 millones de dólares, el mayor desde que empezó la serie histórica en 1989, esa diferencia entre lo que el país vende y compra en el exterior esconde las consecuencias de su desaceleración económica de -3,5 % en el año anterior. Para el 2017, el gobierno de Michel Temer espera un crecimiento del 1 %, pero a muchos analistas internacionales y organismos evaluadores la cifra les parece demasiado optimista.
Su vecino Argentina no pasa momentos mejores. Las medidas neoliberales del presidente Mauricio Macri aumentaron el costo de la vida y los recursos básicos, destruyendo el poder de compra de la clase trabajadora, sin que hasta ahora se registren los supuestos beneficios en cuanto a inversión extranjera y confianza de los capitales. El PIB argentino se contrajo 2 % el año pasado, tras haber crecido un 2,5 % en el 2015.
BUENAS NOTICIAS
La mayoría de los analistas concuerda en que el precio de las principales materias primas repuntará este año, incluido el petróleo del cual dependen muchas economías de la región latinoamericana y caribeña.
Aunque nadie apunta a que el crudo retome sus valores pico por encima de 100 dólares el barril, los recientes acuerdos de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y otras dinámicas internacionales promueven su estabilización por encima de los 50 dólares.
Aunque nadie apunta a que el crudo retome sus valores pico por encima de 100 dólares el barril, los recientes acuerdos de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y otras dinámicas internacionales promueven su estabilización por encima de los 50 dólares.
La caída del valor internacional del crudo, sumado a la guerra interna, provocó una tensa situación en las finanzas venezolanas con su consecuente impacto en la población. A pesar de los embates, el gobierno de Nicolás Maduro preservó los principales indicadores sociales y la nación bolivariana aspira a dar un salto cualitativo.
Maduro dijo recientemente que el 2017 será el primero de la nueva historia de la economía venezolana y del nuevo modelo productivo. Recordó que, para lograr ese fin, el Ejecutivo ha puesto en marcha los 15 Motores Productivos de la Agenda Económica Bolivariana, los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) y la Gran Misión Abastecimiento Soberano, los cuales se fortalecieron en los momentos más difíciles del pasado año.
Los bajos precios del crudo también afectaron a Ecuador, golpeado también por la fuerza de la naturaleza. Pero en su saludo por el nuevo año, el presidente Rafael Correa se mostró optimista respecto al futuro del país. Reiteró las previsiones divulgadas recientemente por el Banco Central ecuatoriano, las cuales indican un crecimiento económico para el 2017 de 1,42 %.
«Cruzamos exitosamente la tormenta perfecta —desplome precios del petróleo y apreciación del dólar—; pagos abusivos a Chevron; terremoto de 7.8 grados y casi 3 000 sismos más. Ecuador ya cambió», dijo Correa.
Bolivia, otro productor de hidrocarburos, también se vería beneficiado por mejores precios de las materias primas, aunque su economía se ha ido diversificando en el gobierno de Evo Morales y muestra un crecimiento promedio de 4,5 % en los últimos años, de los mejores de la región.
El 2017 se muestra como un año esperanzador para los latinoamericanos y caribeños, pero siguen presente tanto las amenazas de convulsiones internacionales como de las fuerzas internas que pujan por deshacer los cambios de la última década.
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